Partimos desde Lima un día
miércoles por la noche con destino a la ciudad de Nazca, los 450 kilómetros de
recorrido nos tomaron alrededor de 5 y 30 horas, dormimos unas pocas horas en
un pequeño pero confortable hotel y al día siguiente nos preparamos para visitar
e incursionar la maravillosa Bahía de San Fernando.
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San Fernando alberga la mayor colonia de lobos finos del Perú |
La primera vez que llegue a
este paradisiaco lugar fue en el año 2007, en esa ocasión fuimos poco
preparados, a la aventura, sin conocer mucho de la ruta; fue una odisea entre
atolladas y equivocaciones de camino.
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Gallinazo Cabeza Roja |
Después de conseguir hielo,
comprar leña y echar gasolina, tres simples funciones que nos tomaron mas de
hora y media partimos rumbo a San Fernando.
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Llegando por el arenoso camino a San Fernando |
En esta oportunidad fuimos mas
preparados que la anterior, éramos 3 camionetas 4x4. Decidimos entrar por la
ruta mas corta y mas complicada, acompañados de un GPS (básico si no se conoce
la ruta). Para entrar hay que tomar una pista poco marcada a la altura del Km
475 de la Panamericana Sur, de ahí son cerca de 45 kilómetros entre cerros y
caminos de arena. La parte mas difícil está antes de bajar hacia el mar, la
arena es bastante fofa y existe el riesgo de atollarse si no se maneja con cautela
y precaución.
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La Ensenada de San Fernando |
Llegamos al albergue del
Consorcio Nazca Ecológica, el cual no existía cuando visitamos la reserva la
primera vez. Allí nos recibió Jaime Fernández, encargado del albergue.
Aprovechamos para conversar un poco acerca de la situación de la reserva y de
los puntos mas interesantes para visitar y avistar fauna.
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Piquero en pleno vuelo |
Mi esposa Charo y yo nos
quedamos en una habitación del albergue, nuestros compañeros de viaje optaron
por acampar en la playa frente a la ensenada de San Fernando, el mismo lugar
donde 5 años atrás acampamos.
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El Zorro Andino vive en la costa de San Fernando |
La Reserva Nacional de San
Fernando es un refugio de una gran variedad de vida silvestre. Fue declarada
Reserva Nacional recién en julio del 2011. Se encuentra ubicada al noreste de
la ciudad de Marcona y al sureste de la Bahía de Paracas. Tiene una extensión
de 154 mil hectáreas donde habitan 123 especies de aves, 90 variedades de peces
y crustáceos y una decena de mamíferos y reptiles los cuales viven en
una perfecta armonía.
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Cóndor de los Andes, emblemático habitante de la reserva |
La cadena alimenticia de este lugar
está soportada por el zooplancton y fitoplancton, en este paradisiaco lugar
conviven el cóndor de los andes con la nutria marina, los pingüinos de
Humboldt, cormoranes, lobos marinos, zarcillos, zorros andinos, guanacos entre
otras maravillosas y variadas especies.
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Pareja de Zarcillos |
La belleza natural de esta
reserva, la cual se encuentra entre el mar y las lomas de Marcona, es uno de
los parajes mas importantes de nuestra franja costera.
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Araña de Mar |
San Fernando posee dos características
que la hacen única, cuenta con la mayor población de lobos marinos finos y la mayor
colonia de pingüinos de Humboldt
del Perú, además la presencia del cóndor andino, el zorro andino y tropillas de
guanacos hacen suponer que es un importante corredor biológico andino - costero.
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Lobo Marino Fino macho |
El reloj marcaba las 2 pm,
Gonzalo, mi hermano y Santiago, mi sobrino, seguimos a un grupo de camionetas
que partieron a visitar la "Pingüinera", nos habían contado que era
indispensable conocer bien la ruta para llegar. Recorrimos cerca de 10 kilómetros
por los cerros hasta que llegamos al punto donde encontramos una trocha para
bajar a la playa. El camino era empinado y arenoso, por lo que bajamos con
cautela.
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Lobos finos en la "Pinguinera" |
Para nuestra grata sorpresa nos
topamos en la playa con cientos de lobos marinos finos, los cuales descansaban
y chapoteaban entre las rocas de la orilla, por momentos nos miraban con
curiosidad para luego seguir en con su rutina diaria. Nos llamó la atención que
el la "Pingüinera" no habían pingüinos, el lugar solo llevaba el
nombre de estas graciosas aves acuáticas.
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José, Charo, Santiago y José Antonio entrando a bucear |
Regresamos al campamento
bordeando las 4 pm, con las mismas nos enfundamos nuestros wetsuits, mascaras y
aletas y entramos al mar a investigar el fondo submarino de la reserva.
Lamentablemente el agua estaba un poco turbia y movida, pero nos sirvió como
consuelo la oportunidad que tuvimos de acercarnos a los peñones repletos de
lobos marinos, los cuales se nos acercaban con toda frescura y nadaban
alrededor nuestro, una experiencia fascinante y única.
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Yo en la lobera |
Al Regresar al
albergue a cambiarme me tope con 4 zorros andinos, los cuales merodean el
albergue, apenas cae la noche, en busca de algo de comer. Con paciencia y buen
humor logre sacar algunas tomas de estos bellos mamíferos que se han adaptado
muy bien a la desértica costa de San Fernando
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Zorro Andino en los alrededores del Albergue |
La noche estuvo agradable, bajo
la hermosa luna llena que nos acompañaba preparamos una parrilla al ritmo de la
guitarra de Santiago y de unos alegrones rones con coca cola.
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Playa a la luz de la luna llena |
A la mañana siguiente salí al
alba, mi primera parada fue el mirador de "Punta Gallinazo" donde se
puede contemplar el Arco de San Fernando, uno se los símbolos naturales mas
representativos de la reserva. A su alrededor revolotean cientos de aves entre
las cuales destacan los zarcillo, piqueros, pelícanos y cormoranes. En la
orilla descansan un cantidad incalculable de lobos marinos, al lado de ellos
observamos uno que otro Pingüino de Humboldt caminando torpemente entre la
agrestes piedras.
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El Arco de San Fernando, figura pétrea representativa de la reserva |
Continúe mi expedición matutina
hacia la zona norte de la bahía donde por la tarde es común observar a los cóndores
en pleno vuelo, mi misión era encontrar alguna de estas enormes aves voladoras.
Tuve suerte y encontré a 6 de ellas posadas en las piedras de un gran
acantilado, no voy a negar que me costó mucho llegar a un lugar optimo para
fotografiarlos, pase algunos momentos de tensión entre la resbaladiza arena al
lado del acantilado, como andaba solo evité tomar mayor riesgo y opté por
regresar.
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Dos cóndores sobre los acantilados de San Fernando |
De vuelta en el albergue me
nutrí con un contundente desayuno y partí hacia el campamento de mis amigos,
aprovechando la marea baja cruzamos al islote que esta al frente de la playa
conocido como "la ensenada". Ya en la cima, es fácil observar grandes
cantidades de aves posadas en los acantilados de la isla. Los paisajes rocosos
y con grandes farallones le dan una belleza especial a este mágico lugar.
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Peñones y farallones en los alrededores de "La Ensenada" |
Bajamos por un camino lateral
hasta llegar a otra de las decenas de loberas que existen en San Fernando, nos
acercamos a escasos metros de los lobos finos que poblaban esta colonia, los
cuales nos observaban con curiosidad.
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Lobo Fino Macho |
Regresamos a la playa,
almorzamos y partimos en dos camionetas a buscar a los cóndores. Nos ubicamos
en el mismo lugar donde en horas de la mañana divisé a estas aves en los
acantilados. Grande fue nuestra sorpresa cuando vimos a mas de media docena de
ellos volando sobre nuestras cabezas. Mientras pasaban los minutos aparecían
mas y mas cóndores, un magnifico espectáculo natural, lo mas impresionante de
todo es que estábamos al pie del mar contemplando a esta ave emblemática de la
cordillera de los andes.
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Cóndor juvenil volando a escasos metros de Gonzalo y Santiago |
Volvimos al campamento
extasiados y exhaustos de esta experiencia, el día había sido agotador, solo
optamos por comer algo e ir a dormir, el cuerpo ya no daba mas.
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Dos cóndores adultos volando sobre el mar de San Fernando |
La mañana siguiente nos tocaba regresar
a Lima, desarmamos el campamento, bajamos las llantas de nuestras camionetas y
salimos bordeando la costa por el camino arenoso de 22 km que separan la
reserva de la mina de hierro de Shougang, cruzamos la zona minera, paramos en
San Juan de Marcona a inflar nuestras llantas y echar combustible y partimos
por el largo camino que nos dirigía a Lima, agotados pero contentos con esta
magnifica experiencia de contacto directo con la naturaleza y de compartir
estos tres días con un magnifico grupo de buenos viajeros y buenos amigos.
El grupo lo conformamos:
Charo Figueroa; Gonzalo, Santiago, Valeria y Arturo Bullard; José Carlos, Yaku y Ahinoa Madalengoitia; Giannina y Lina Alfageme; Jose Antonio, Ivania y Rafael del Solar; Gonzalo y Lucia Ucelli.
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Lagartija en el desierto |
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Arturo, Yaku, Ahinoa, José, Gonzalo, Santiago, José Antonio Valeria y Gonzalo en el mirador de los cóndores |