martes, 17 de diciembre de 2013

La Laguna de los Cóndores y sus Mausoleos: Joyas Escondidas en el Bosque Nuboso de Amazonas (Parte 2)


Luego de dormir largo y tendido, después de la larga y agotadora caminata del día anterior, abrimos los ojos cuando el reloj marcaba las 5 y 30 am. Tomamos un nutrido desayuno y partimos ansiosos a conocer la majestuosa “Laguna de los Cóndores”.

Mausoleos en la Laguna de los Cóndores

Salimos bordeando las 6 y 30 am del hospedaje que nos vio pasar la noche, caminamos unos 5 minutos y nos topamos con la esta impresionante laguna de aguas negras. La alegría era inmensa, hacia varios años que anhelaba conocerla y al fin estaba delante de nuestros ojos.

Llegando al mirador

Bajamos cerca de 10 minutos por una empinada y resbaladiza trocha hasta la orilla, junto a mi hermano Gonzalo y Clemente, nuestro guía. Subimos a un bote inflable de propiedad del hospedaje, y empezamos a remar hacia el otro extremo de la famosa “Laguna de los Cóndores”.

Gonzalo remando en la bruma

La bruma del amanecer sobre sus oscuras aguas, junto a los grandes acantilados, los reflejos y arboles que rodean esta hermosa laguna, hacían del paisaje un lugar sacado de una pintura.

Amanecer en la Laguna de los Cóndores
La “Laguna de los Cóndores” se encuentra en la parte baja de los andes amazónicos dentro de un bosque húmedo tropical lluvioso, a 2600 msnm. Tiene cerca de 2 km de largo por 500 mts de ancho. Desde la parte alta el agua se ve oscura debido a la profundidad de la laguna la cual oscila entre los 70 y los 150 metros.

La Laguna de los Cóndores se encuentra a 2600 msnm

Esta hermosa laguna desfoga sus aguas sobre el río Siogue, a la vez es alimentada por la laguna La Mona la cual se encuentra en la parte alta de las montañas que rodean este espejo de agua.

Tiene una variada flora y fauna

Dentro de su rica flora encontramos la chachacama, el chamanche, el piniche, la quina, el siogue, una buena variedad de orquídeas, el pauco, el saúco, el matico, el culén, el poleo, el cedro, helechos, la grama, el bambú, entre otros. Además estas tierras son habitadas por osos de anteojos, pumas, venados, zorros, armadillos, etc. junto a una gran variedad de aves.

La laguna vista desde los mausoleos

Luego de 40 minutos de remar y remar llegamos a una pequeña playa al otro extremo de la laguna, dejamos parte de nuestras cosas en el bote y empezamos el ascenso a pie hacia los mausoleos que se encuentran en los alrededores de la “Laguna de los Cóndores”.

El camino a los mausoleos es resbaladizo
y peligroso

El acceso es complicado y agreste, el fango junto a la pronunciada pendiente hace que uno tenga que andar con mucho cuidado. Por partes, los pobladores, han adaptado escaleras de troncos, las que en muchas ocasiones se tornan resbalosas y quebradizas producto de la humedad del ambiente.

Se encuentran naturalmente protegidos por una
gran piedra en la montaña

La primera mitad del trayecto sirve para ganar altura, en la otra mitad el camino va paralelo a los mausoleos de manera irregular. Luego de 40 minutos al fin llegamos, quedamos impresionados de cómo los antiguos Chachapoyas pudieron construir estos hermosos y coloridos mausoleos en medio de un acantilado casi vertical. Sobre ellos cae una cortina de agua que increíblemente no moja los restos arqueológicos.

El circulo rojo indica su ubicación

Existen mas de estos mausoleos alrededor de la laguna los cuales han sido, hasta ahora, poco estudiados debido a lo difícil y complicado que es acceder a ellos.

Los mausoleos se hallaron recién en 1996

Las primeras evidencias sobre estos restos datan del año 1996 cuando un grupo de trabajadores de la zona hallaron estas construcciones en la parte alta de la laguna y empezaron a depredar el lugar en busca de algún tesoro oculto.

Clemente, Gonzalo y yo

Dentro de estas seis estructuras arquitectónicas funerarias, fabricadas de adobe y barro y decoradas con pinturas e íconos de color rojo y amarillo, se encontraron nada menos que 219 momias cada una dentro de su respectivo fardo funerario.

Momia en el museo de Leymebamba

Estas momias fueron trasladadas durante varios meses, a lomo de bestia, al pueblo de Leymebamba, ahí existe un interesante museo donde se pueden ver, además se puede encontrar muchas información acerca de los antiguos Chachapoyas.

Fardo de niño en el museo
de Leymebamba

La antigüedad de este lugar fluctúa entre los años 800 a 1470 d.C. Los Chachapoyas no desarrollaron técnicas de momificación, una vez que los tejidos blandos desaparecían de los cadáveres envolvían los huesos con telas para luego colocarlos dentro de una canasta.


Pinturas Rupestres

Estuvimos alrededor de hora y media admirando y fotografiando este magnifico lugar lleno de mística e historia, no teníamos ganas de irnos pero todo lo bueno tiene que acabar. Retornamos por el mismo fangoso, resbaladizo y peligroso camino por el que subimos. A los 40 minutos llegamos a la playita donde aprovechamos en almorzar algo ligero.

Cráneo de los Chachapoyas

Mientras almorzábamos Clemente, nuestro guía, pescaba y pescaba truchas arcoíris, no queríamos interrumpirlo ya que serían parte de nuestro menú nocturno. Subimos al bote y remamos por el borde la laguna mientras Clemente seguía sacando mas truchas. Al final fueron, nada mas ni nada menos, 15 robustas truchas las pescadas.

Clemente pescando truchas

Gonzalo con parte del botín

Llegamos luego de mas de hora y media a la orilla opuesta, sacamos el bote del agua y subimos una agotadora y súper empinada cuesta hasta la parte alta de la laguna, fue un trayecto corto pero muy agotador.

Friendo las truchas

Lo que quedó de la tarde lo usamos para descansar, cenamos las deliciosas truchas de la tarde fritas y con arroz y nos fuimos temprano a dormir, a la mañana siguiente partiríamos a recorrer a pie los 32 agrestes y complicados kilómetros que nos separaban del pueblo de Leymebamba, los que nos tomarían cerca de 10 horas de un largo, duro y accidentado camino.

Gastos aproximados de la expedición desde Leymebamba
Entrando a la habitación
Amanecer en el albergue





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