Nos levantamos a regañadientes a las 7 am, el cuerpo andaba un poco golpeado luego del largo viaje, las actividades marinas y el vodka de la noche anterior. Nos esperaba un día intenso y lleno de emociones. Tomamos desayuno, alistamos nuestras cosas y alrededor de las 8 y 30 am empezamos la caminata hacia el sur de Caleta San José.
Subimos un empinado, pero corto camino hacia la parte alta de la Caleta, caminamos unos cuantos minutos hasta llegar a la playa vecina, La Francesa, en donde existe un criadero de conchas de abanico manejado por los propietarios del albergue de San José.
Atardecer en Caleta San José
Continuamos nuestro camino; para salir de La Francesa subimos una leve cuesta, para continuar caminando por unos minutos mas por los áridos y desérticos cerros anexos al frío mar arequipeño. Nos topamos con una antigua ancla pirata, la cual data de aprox. el año 1700, esta, aún se mantiene aún erguida, tal vez señalando la ruta hacia algún antiguo tesoro pirata.
Antigua ancla pirata entre las playas de La Francesa y Ancumpita
Continuamos nuestra travesía cruzando este peculiar paisaje costeño en donde destacan infinitos sectores cubiertos con ceniza volcánica, los cuales se asemejan a un paisaje nevado. Nos contaron que estas grandes cantidades de ceniza llegaron a esta zona gracias a la erupción de el volcán moqueguano de Antajave hace mas de 300 años.
Ceniza volcánica que adorna toda la zona de esta parte del litoral arequipeño
Seguimos nuestro camino hasta que nos detuvimos ante un hermoso brazo de agua marina, el cual interrumpía nuestro paso, era una entrada que invadía la tierra de mas de 500 mts de agua tranquila y transparente, donde al final del camino encontramos la pequeña y calma playa de Ancumpita. Bordeamos el lado norte de la playa hasta encontrar la bajada, la cual era empinada y un poco complicada. Ya en la arena, Yaku y Ahinoa, los hijos de José, corrieron, sin pestañar, a zambullirse en las frías aguas de esta paradisíaca playa, ganas nos me faltaron, solo el pensar en que aún teníamos que seguir caminando y el andar mojado me desanimaron meterme al agua.
Impresionante y hermosa playa de Ancumpita
La peor parte de camino nos toco al salir de Ancumpita, había que trepar un cerro arenoso, de esos que subes dos pasos y retrocedes uno, el fuerte sol del mediodía complicó un poco mas la subida. Al llegar a la cumbre bajamos entre dos cerros por unos 10 minutos y llegamos a la playa La Huata, donde resaltan unos artesanales hornos de piedra que son utilizados por los recolectores de Cachiyuyos (un tipo de yuyo) para quemar este producto marino, el cual comercializan en distintos puntos del país.
Charo en la arenosa subida hacia la playa La Huata
En La Huata nos esperaba el Baru, nuestro bote. Elevamos anclas y zarpamos con destino a la Isla Hornillos, el paisaje marino del trayecto era agreste y hermoso, las olas se mezclaban con las rocas e islotes, muchos de ellos habitados por diversas colonias de lobos marinos. Antes de llegar a la Isla Hornillos paramos frente a un gran islote con una colonia de lobos de regular tamaño, Gonzalo y yo subimos a un Kayak, nos acercamos poco a poco mientras que los lobos, a la vez, se acercaban a nosotros. Regresamos al bote e hicimos el cambio de Gonzalo por Charo, remamos nuevamente hacia el islote, cuando estábamos a pocos metros del lugar una mala maniobra hizo que nos volteáramos y cayéramos al agua, estaba congelada. Mientras luchábamos con el frío y por voltear el kayak, casi petrificados, de la nada apareció José nadando cámara en mano, nos ayudo a subir y continuo su camino hacia la colonia de lobos.
Colonia de lobos marinos
Al poco rato Santiago y Gonzalo se unieron a José, nadaron con los lobos por varios minutos, eran decenas de ellos, Charo y yo solo atinamos a observarlos desde el kayak, ya no había tiempo de regresar al Baru a ponerse los wetsuits y los equipos de snorkel, me quede con las ganas de nadar con los lobos, iba a ser la segunda vez que lo hacía (la primera fue en las islas Galápagos en noviembre pasado), para otra vez será.
Charo subiendo al kayak después de voltearnos cerca al islote de los lobos de mar
Continuamos nuestro camino hacia la isla Hornillos, vimos pingüinos, zarcillos, chuitas y lobos y mas lobos, la experiencia anterior nos había dejado tan contentos y maravillados que no le dimos tanta bola a esta isla. De regreso paramos a relajarnos en la Caleta de Honoratos, compuesta por dos playas de arena fina. En una de ellas nos esperaba un toldo, un piqueo a base de hueveras fritas y unas refrescantes Coca Colas. Hicimos snorkel en el mar de Honoratos, el fondo marino es pedregoso, con bastantes yuyos por algunas zonas y habitado por una diversa y colorida fauna marina.
José y Yaku en la playa de Honoratos
Grupo de Zarcillos en la Isla de Hornillos
Salimos de Honoratos cerca de las 3 pm de regreso al albergue, llegamos 40 minutos después, descansamos, almorzamos un poco tarde y nos deleitamos con un hermoso atardecer, el cual, a diferencia del de la noche anterior, disfrutamos desde la orilla de la playa.
En la noche, nuevamente, comimos una exquisita parrilla a base de pollo y morcillas, tocamos guitarra acompañados de un calentador roncito y de un cielo estrellado digno de ser inmortalizado, fue por ellos que no dude en ir por mi cámara, mi trípode y fotografiar la impresionante vía Láctea que se dejaba ver.
Toma del cielo estrellado y en movimiento desde la Caleta Santa Cruz
Me fui a dormir pasada la medianoche, al día siguiente desayunamos a las 7 am, una hora mas tarde estábamos trepados en el Baru con destino a Ancumpita, por segunda vez, esa playa nos había dejado maravillados, queríamos regresar a inspeccionar su fondo marino, y no nos equivocamos. Hicimos snorkel por mas de hora y media gozando de el maravilloso paisaje que nos regalaba bajo el agua y de la variada fauna que habita Ancumpita, fue de lejos la mejor de las playas en las que hicimos snorkel, lenguados, cabrillas, chitas, camarones, peces de colores, anémonas, entre otras especies, hicieron del mar de Ancumpita una experiencia inolvidable.
Camaroncitos y pez en el mar de Ancumpita
Anémona en Ancumpita
Subimos a el Baru con dirección a San José, almorzamos, preparamos nuestros maletines y partimos a mediodía con destino a Quilca, el camino se hizo largo, andábamos cansados de toda la actividad que realizamos en tres días. En Quilca nos esperaba el mismo colectivo Dodge de 73 que nos llevo de ida, paramos unos minutos en los Petroglifos de Quilca, abandonados al lado de la carretera y continuamos nuestro camino hacia Camaná, nuestro amigo del colectivo nos llevo, de yapa, a visitar el valle del río Camaná por media hora y nos dejo en el terminal del bus. Luego de comer unas pizzas camaneñas subimos al bus alrededor de las 8 y 30 pm, directo hacia Lima, dormimos como niños, el cuerpo pedía descanso, llegamos a Lima 12 horas después, contentos y maravillados de las hermosas playas y paisajes que encontramos en las costas de Arequipa, una verdadera joya de la naturaleza que recomiendo al 100% visitar.
Petroglifos de Quilca
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Espero sus comentarios